
Microsoft lo apostó todo a OpenAI para ganar la carrera de la IA. Empieza a darse cuenta de su error
En abril de 2019 un pequeño grupo de ingenieros de OpenAI volaron a Seattle para hacer una demo de una versión supervitaminada de GPT-2 a Bill Gates. El cofundador de Microsoft quedó impresionado, y dejó clara su intención de invertir en la empresa liderada por un casi absolutamente desconocido Sam Altman.
En Redmond tenían muy en cuenta la opinión de Gates, y poco después los acontecimientos se precipitaron. El CTO de la empresa, Kevin Scott, escribió un correo electrónico poco después, en junio, a Nadella y a Gates para advertir del peligro de quedarse atrás en IA. Se mostró «muy, muy preocupado». Nadella se mostró de acuerdo.
Un mes más tarde, el 22 de julio de 2019, Microsoft anunció una inversión de 1.000 millones de dólares en OpenAI.
Aquello pareció amor a primera vista. Ese dinero impulsó los esfuerzos de OpenAI, que siguió desarrollando sus modelos y que en agosto de 2020 lanzó un alucinante GPT-3 pero sin abrirlo al gran público. Dos años más tarde, el bombazo: OpenAI anunciaba ChatGPT sin saber que aquello detonaría la actual fiebre de la IA.
Este divorcio le puede salir muy caro a Microsoft
El impacto inicial fue asombroso, y ChatGPT se convirtió en la plataforma más rápido había crecido en la historia de internet. En dos meses ya había logrado atraer a 100 millones de usuarios, y Microsoft, queriendo dar un paso más en esa relación idílica con OpenAI, redobló su apuesta por la empresa. O la multiplicó, porque en enero de 2023 anunció una inversión multimillonaria que se estima —aunque nunca se detalló la cifra— en 10.000 millones de dólares.
Esa inversión parecía ser perfecta para ambas empresas. Entre otras cosas, OpenAI obtenía acceso a la infraestructura en la nube de Microsoft para entrenar sus modelos y ofrecerlos al gran público (inferencia). Mientras, Microsoft ganaba acceso prioritario a los modelos de OpenAI, que podía vender como si fueran suyos. Que es justo lo que hicieron, primero con GPT-3 como base de GitHub Copilot, y luego inundándonos de otros «copilotos» que no eran más que un refrito de ChatGPT.
Y ahí empezaron los problemas para Microsoft.
Sobre todo, porque poco a poco esa relación teóricamente idílica empezó a enseñar sus costuras. El matrimonio de conveniencia ya no era tan satisfactoria para ambas partes. Por un lado, OpenAI no paraba de pedir más y más dinero y mejores condiciones a la hora de usar la nube de computación de Microsoft. Por otro, Microsoft, totalmente esclava de OpenAI para sus opciones de IA, comenzaba a buscar alternativas.
Ambas decidieron buscar planes alternativos. OpenAI buscó cambiar de novia y de aliados, y tras los rumores en abril de 2025 anunció la mayor ronda de financiación de la historia, que ascendió a 40.000 millones de dólares. Por su parte, en Microsoft, sabedores de su dependencia absoluta de OpenAI, comenzaron a mover ficha en marzo de 2024, cuando crearon su propia división de IA y pusieron al frente de la misma a Mustafa Suleyman, cofundador de Inflection AI y antes de DeepMind. El objetivo: desarrollar sus propios modelos fundacionales para evitar estar encadenados a OpenAI.
¿Cómo ha ido la cosa? De momento a OpenAI muy bien. A Microsoft, no tanto.
La empresa liderada por Sam Altman no ha parado de crecer en usuarios y en ingresos. De momento siguen siendo insuficientes para lograr que sea rentable, pero hay una cosa clara: hoy en día ChatGPT es a la IA lo que Google fue a las búsquedas. Hay opciones, sí, pero para la inmensa mayoría de los usuarios, (casi) no cuentan. Puede que el lanzamiento de GPT-5 haya sido decepcionante, pero aun así la estrategia de Altman de vender promesas y hype —con el megaproyecto de Stargate al frente— funciona.
Pero para Nadella y los suyos las cosas están siendo mucho más complicadas. A pesar de la integración absoluta de Copilot en todas las áreas de negocio, Microsoft es casi una «acoplada» en el mundo de la IA. Una pagafantas. Sus modelos propios, Phi-3 y Phi-4 son interesantes por su enfoque a la «Edge AI» (inteligencia artificial que corre en local, como en nuestros móviles), pero su rendimiento y capacidad los ha convertido casi en un experimento de laboratorio.
La gigantesca infraestructura de Azure es su gran baza para convertirlos en líderes indirectos de la IA, pero el liderazgo de Suleyman está comprometido por la sencilla razón de que los resultados de la estrategia de Microsoft no son especialmente visibles. Da igual que Microsoft tenga en Windows a un poderoso caballo de Troya para infiltrar soluciones de IA en la empresa: quienes están ganando esa batalla son Anthropic y, cómo no, OpenAI.
Mientras, el propio Suleyman publicaba en su blog un artículo avisando de los peligros de tratar a la IA como una persona y asegurando que estamos cerca de ver una «IA aparentemente consciente» que puede agravar ese problema. Es un argumento válido e importante, pero deja a Microsoft igual que estaba: sin modelos propios y sin cambios en una estrategia de dudoso éxito.
A pesar de todo, Microsoft también tiene sus bazas
Para Microsoft el único consuelo está en que su gigantesca inversión en OpenAI le da derecho a participar de los beneficios de esa empresa. De hecho, la tensa relación actual entre ambas se suma a las intenciones de OpenAI de convertirse en una empresa con ánimo de lucro.
Eso tiene implicaciones para el futuro de la relación, y en The Information indicaron que Altman ha propuesto cederle a Microsoft el 33% de la empresa pero renunciando a futuros beneficios. La participación es enorme y muy jugosa para los de Redmond, sobre todo ahora que OpenAI está valorada en 300.000 millones de dólares, pero hay mucho más en juego.
De hecho, en ese potencial divorcio la que parece salir ganando es OpenAI, que cuenta con algunos de los mejores modelos fundacionales y populares del mundo (GPT-4o, GPT-5), y que es la niña bonita del mercado: todos quieren pegarse a ella. Mientras, Microsoft está quedándose absolutamente rezagada en el mercado, al menos en comparación con sus rivales. Veamos:
Google: ha invertido mucho y bien en modelos propios (Gemini, DeepMind) y dispone de una gigantesca infraestructura, de software y de datos. Por no hablar de Android y de su buscador, puerta de entrada de la IA para miles de millones de usuarios.
xAI: aunque menos destacable, la startup creada por Elon Musk ha logrado plantar cara con un Grok con un enfoque muy distinto —censura cero— que ha logrado integrar con cierto éxito en X (antes Twitter).
Anthropic: esta startup cuenta con otro de los modelos de referencia en el mercado, Claude, y a pesar de no contar con infraestructura propia está respaldada por Amazon —otra que se ha quedado sorprendentemente rezagada a pesar de sus recursos— e incluso por Google.
Meta: el modelo Open Source Llama ha acabado siendo vital para su negocio gracias a Meta AI, pero es que la empresa ha virado para impulsar un enfoque más cercano al de OpenAI. Su nueva división de «superinteligencia» ha sido fruto de una inversión descomunal en talento robado a sus competidores, y su inversión en infraestructura (como la de Microsoft, Google o Amazon) es enorme.
DeepSeek (y China): el peligro para Microsoft no solo le viene de sus competidores «locales», sino también de China. El gigante asiático está demostrando contar ya con modelos de IA sobresalientes, incluido por supuesto DeepSeek. Por supuesto, esas empresas compiten con las citadas aquí, pero en Redmond vuelven a tener esa desventaja clara de estar demasiado ligados a OpenAI y no contar con modelos propios.
La situación es aparentemente preocupante, pero hay otra perspectiva desde la que contemplar la situación de los de Redmond. Aunque depende mucho de OpenAI y sus modelos, la inversión en esa empresa evitó a Microsoft tener que afrontar los riesgos de desarrollar modelos propios en una etapa temprana, cuando el coste y la incertidumbre eran elevados.
Hoy en día el coste sigue siendo enorme, pero los recursos de Microsoft también lo son: si xAI ha logrado desarrollar un modelo tan capaz como Grok 4 —el que mejor se comporta en el exigente test ARC-AGI 2, por ejemplo— no deberíamos descartar la capacidad de Microsoft para hacer algo parecido.
Y de nuevo, puede que después de todo tener el modelo fundacional de referencia no acabe siendo lo importante: Microsoft cuenta junto con Amazon y Google con la mayor infraestructura en la nube del planeta, y eso puede garantizarle ingresos continuos siendo «nuestra pasarela invisible a la IA» como ya ocure con servicios web. Quizás después de todo Microsoft no necesite modelo propio… pero será el tiempo el que nos permita contestar a esa pregunta.
En Xataka | Un grupo de jóvenes se ha hecho milmillonario en menos de tres años: su boleto de lotería se llama IA
–
La noticia
Microsoft lo apostó todo a OpenAI para ganar la carrera de la IA. Empieza a darse cuenta de su error
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Pastor
.